Alessia nace en Sassari, una pequeña ciudad de una gran isla en el centro del Mediterráneo. Cada Domingo amanecía al son de los bongós y los timbales con que su padre la despertaba, mientras su madre, al otro lado de la casa, cantaba “Mina”, con lo que ella y todo el edificio aprendieron “Parole, Parole”. A los cuatro años su padre grababa sus primeros intentos musicales: “Memory” y “Woman in Love” de Barbara Streisand. Aprendió a maquillarse mirando a su hermana mayor pero claro, lo hacía en la esquina de la casa familiar.
A los 16 le gustaba tener el pelo largo y leer a Baudelaire. Soñaba con ser vagabunda en los Ángeles, parecerse a la novia de Jim Morrison y tener una opinión sobre las cosas lo cual se traducía en llevar la contraria en casi todo.

A los 18 se interesó profundamente por la política al mismo tiempo en que crecía su fascinación por el Medievo, de modo que mezcló brujas y políticos hasta convertirlos en una misma cosa. En esta época ya hacía sus primeros pinitos en el teatro: “La botte e il cilindro” de manos de un director reconocido en su ciudad, llamado Pierpaolo Conconi. Descubrió, por fin, lo que significaba tener delante a un público de más de tres personas. Y, enseguida, se embarca en la aventura teatral con un grupo de corte cabaretero: “Pino e gli anticorpi”. Cayendo, finalmente, en manos de su primer maestro, Emmanuel Gallot Lavalle, que le explicaría la diferencia entre un profiterol y una natilla de chocolate, el mundo del Meló, la tragedia griega, los bufones y el clown.

A los 26 soñaba con esa necesaria mezcla entre el melodrama y el clown, pero… Un día se da cuenta que en su isla los trenes que cogía terminaban siempre a orillas del mar… Entonces, decide viajar para ver lo que ocurre ahí afuera.
Ibiza
Es corta su estancia en esta isla, pero no deja de ser intensa, pues descubre el mundo del clown de la mano de Eric de Bont. Allí se encuentra con una peluca, una nariz roja y otro tren que, en cierto modo, vuelve hacia atrás.
Granada
Retoma aquí su carrera musical entre el fandango y el vino rojo. Inicia su primer proyecto musical: “El último café”, en el que se incluyen diferentes agrupaciones. Este periplo está transitado por colaboraciones de corte teatral con personajes como: Paco Pascual (actor y dramaturgo), Antonio Dimitri (clown, actor) y musicales con músicos de España, Francia, Italia y Inglaterra como Diego Suarez, Arturo Cid, Juan Sánchez Molina, Quini Almendros, Greg Cibot, Simone Sassu y Paolo Cartamantiglia.
Se embarca en proyectos donde pone a prueba sus dotes como actriz. Dirige sus primeros espectáculos e imparte clases de interpretación en la escuela CAU de Granada. Hasta que un día, advierte que también en Granada, los trenes tienen tope, que el viaje debe continuar un poco más allá.

París
Se lanza a la aventura parisina pensando que, tal vez, allí los trenes correrán distinta suerte, aunque lo cierto es que no se encuentra con tren alguno, sino con un nuevo maestro con barba y “chapeau”: Philippe Gaulier. Este no come profiteroles como Emmanuel, pero sí bebe champaña y del caro. Y así, con esta y otras experiencias es como va afianzando su carrera de actriz y cantante, sumergida siempre en la búsqueda de un tren sin tiempo.

Actualmente, reside en Granada, donde pone en práctica todo lo aprendido a través la experiencia profesional y la enseñanza. No abandona, jamás, la ilusión por encontrar un tren de recorrido infinito. Un tren cuyas vías trasciendan los límites de la gravedad terrestre.